La profecía de Isaías

Benjamin Netanyahu en el Centro de Congresos de Davos durante la sesión ‘Perspectivas económicas y políticas de Israel’ del Foro Económico Mundial (2014) | CC BY-NC-SA 2.0



«El espíritu del Soberano Señor está sobre mí,
porque me ha ungido Jeohvá para anunciar a los pobres la Buena Nueva.
Me ha enviado a curar a los que tienen destrozado el corazón,
a proclamar la liberación para los cautivos y sacar de la oscuridad a los ciegos,
para proclamar un Año de Gracia del Señor, y con él,
el día de venganza de nuestro Dios para consolar a los que lloran.»

Is 61 1-2



Echando un vistazo grosso modo a la historia reciente, al breve lapso que suponen los últimos tres milenios en el reloj del creador del mundo si lo hay (el dios de los hombres tiende a ser imaginado semejante), podremos ver que las «sagradas escrituras» de puño y letra de los hombres se dividen en dos (y más) partes y subpartes, fundamentalmente a partir de la primera Venida del Hijo (el Salvador Iesus Nazarenus Rex Iudæorum, la segunda será la de Muḥammad ibn ‘Abd Allāh o Mahoma) y dios trino que habita en la mente del patriarca, el cuerpo del vástago y la fortaleza espiritual del resto de carnales. El año 0 que separa el Antiguo del Nuevo Testamento (para los descendientes de Ismael con un retardo de 570 años), o declaración de la última voluntad, disponiendo bienes y asuntos que atañen después de la muerte. Voluntad divina que quiso, para los seguidores del Cristo (o Hijo de Dios hecho hombre), que la Venida no fuera efectiva hasta el reconocimiento por parte del emperador Constantino (el Grande tras acabar con la tetrarquía dispuesta por Diocleciano), el decimotercer apóstol según las iglesias orientales, que es el momento en el que aparece la conceptuación pacífica del Mesías para el pueblo, coincidente con la aparición del vocablo griego y después latino «Cristo» para evangelización del imperio occidental. Los establos del sur de Europa, el candado mediterráneo frente a invasiones africanas, y Latinomérica, Estados con sólidos lazos vaticanos junto a los citados PIIGS, son los Estados escarmentados que no han desamortizado a sus Iglesias, o los pueblos domesticados que no terminan de amortizar su religión de poner la otra mejilla.

  Occidente era al tiempo de Constantino el mundo de los paganos politeístas de lengua griega y latina, los bárbaros a cristianizar por el judeomesianismo oriental de lenguas semíticas. Del mismo modo que el imperio politeísta grecorromano había considerado bárbaros a los germánicos, que abrazarían al Dios Padre primero como godos arrianos con Alarico (negadores de la divinidad del Cristo) y al Dios Trino después como visigodos y ostrogodos tolerantes con los trinitarios. Con Teodorico el Grande (yerno de Alarico) como punto de apogeo de la explotación y saqueo de Roma por parte germánica, con riquezas acumuladas durante siglos entre las que se encontraba el tesoro del antiguo Templo de Jerusalén. Tiempo de vestir al Estado de Pantocrátor y al Pueblo de Iesus Christ, despojado de vestimentas imperiales gradualmente; y despojado del Año de Gracia que el Espíritu del Señor le había enviado a proclamar en su tierra natal devolviendo la vista a los ciegos y liberando a los presos (Is 61 1-2, Lc 4 18-19), y por el que sus vecinos casi le despeñan (Lc 4 28). Año de Gracia del Señor para la huelga general con servicios básicos, la amnistía político-religiosa y la condonación de las deudas: «perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores». Amnistía fiscal y jurídica con un olvido de todos para todos como el acaecido en España en 1977 para legitimar la investidura del duque de Suárez con la que arrancó la democracia del rey emérito Juan Carlos I. Año de Gracia que será reemplazado con el tiempo por los simbólicos Anno Salutis y Anno Domini, ya con la humanidad salvada. O condenada al Éxodo desde la óptica del pueblo elegido, claro, que no disfruta de la tierra prometida en el Génesis y por ello se unge Mesías y la toma por la fuerza para refundar un Estado religioso anacrónico.

  Léase entre líneas de la Torá o Pentateuco que ni Isaac es el primogénito de Abraham (lo es Ismael), ni Jacob el de Isaac (lo es Esaú)…, ni el Rey-David es el primogénito de Samuel puesto que es su yerno, Elhanán hijo de Jair (2 Samuel 21 19, el texto hebreo no menciona el término «hermano» referido a Goliat), al que se le atribuyen las hazañas en las Crónicas de Esdras el escriba siglos después para unificar pasado y presente. Unido en matrimonio con la hija menor del rey Samuel, Michal de Hebrón (a veces referida como Mical). Iesus Christ está a punto de ser lapidado en los evangelios por decir «antes de que Abraham existiera, Yo Soy» (Jn 8 58-59), siendo Abraham el patriarca del que ramificarán judeocristianos (hijos de Isaac) y musulmanes (hijos de Ismael). La guerra de los nacionalistas judíos contra el imperio continuará hasta el año 70 como recoge Josefo (historiador de la familia sacerdotal de los Matatías, Flavio Josefo como romano tras la caída de Jerusalén) y conmemora el arco de Tito en la ciudad eterna. El de Constantino, erigido también próximo al Foro Romano 235 años después, conmemora la justicia contra las facciones tiránicas del Estado que obstaculizaban la Unidad. Es decir, el totalitarismo, con un siglo y medio por delante hasta su caída. En Oriente, la aculturación conjugando el judeomesianismo por un lado, con la rama musulmana y las influencias indoiranias (o arias de habla indoiraní) por el otro, devendrá respectivamente en los sucesivos concilios del imperio bizantino para disponer herejías (hasta discutir por el sexo de los ángeles en la caída definitiva contemporánea de la toma cristiana de Granada en poniente); y en la reescritura de textos para fundar el imperio musulmán hacia el s. VII por parte de potentados árabes, no sin disensos entre califas con sus pertinentes ramificaciones.

  Los musulmanes, al igual que los judíos y cristianos, se dicen también capacitados para comunicarse con los ángeles mensajeros como Gabriel (con competencias militares únicamente en el Libro intertestamentario de Enoc) y los arcángeles castrenses como el líder de los ejércitos de Dios, Mikhael o San Miguel, y poder así ofrecer otra interpretación de las escrituras y los profetas como Moisés, Abraham o el propio Iesus Nazarenus (que no fue Rex ni Christ hasta que le convino al imperio). Llegando el Islam a expandir sus dogmas hasta Finisterre y Belgrado, siendo sacados reciente y provisionalmente de Europa en 1914 hacia la Gran Siria otomana. Desde la primera bomba atómica (la Little Boy que dejó caer el Enola Gay estadounidense en Hiroshima) y el Plan Marshall que inaugura la trinidad Banco Mundial-NATO-FMI hasta hoy, no ha cesado el flujo de semitas e indoarios en sentido contrario. Tampoco ha cesado el rastro de terrorismo internacional que deja la Inteligencia de EE. UU. a su paso. Habemus nuevo credo o New Normal para el imperio del momento cada tres o cuatro siglos, con los sucesivos califatos y vicariatos castrenses haciendo las veces de Redentores en la Tierra y alternándose en el liderazgo del mundo conocido al tiempo que globalizando los territorios hasta la confederación de ideologías (o compartición de dogmas) en que consiste para las Iglesias la Agenda 2030 de nuestros días. Credos perfectamente hermanables en el Patriarcado, el Patriciado y el Holocausto. Confederación quizás prematura, aunque apremiada por las circunstancias: la necesidad de resiliencia por parte de la oligarquía mutada a plutocracia tras las cíclicas inyecciones dinerarias, sabida además la querencia de reducir a tres el número de tramos fiscales, y siendo siempre el tramo de la base el que más contribuye en proporción. Esto es, la plebe que rinde tributo a funcionarios clientes e inmortales patricios que se clonan a sí mismos y se distinguen únicamente por números romanos (lo mismo Muḥammad ibn ‘Abd Allāh VI que William Henry Gates III).

  La «comunidad internacional» con altavoz en Occidente, los medios occidentales, 27 para uno y uno para 27 en el jardín del cardenal Richelieu, no quieren que se hable de lucha y derecho a la defensa de Hamás por un Estado para los palestinos de credo diferente al judío, sino de terrorismo de ISIS/DAESH y derecho a corredor humanitario hacia campos de refugiados occidentales; conscientes de la competencia geoestratégica de un Estado musulmán de sunitas mesiánicos, seguidores de Mahoma y Saladino, que no ponen la otra mejilla en semejanza a los discípulos de Elhanán y Netanyahu. Obviando los evangelistas acreditados del primer mundo, que la rama chií-libanesa que encarna el partido de dios, Hizbu-‘llāh, va en dirección contraria a la rama suní que hegemoniza en Arabia el integrismo salafista súbdito de Salmān ibn ‘Abd al-‘Azīz, aliada religiosa de Israel y Hamás (organización política con brazo armado favorecida por el Estado judío para restar a la Organización para la Liberación de Palestina) o de los Hermanos Musulmanes y Al Qaeda. También compitieron en otro tiempo arrianos con trinitarios o contrarreformistas con protestantes, todos cristianos. Es decir, de un lado Palestina (Franja de concentración y exterminio de Gaza más la Jordania a la margen diestra del Jordán), Líbano, Siria (Estado laico de mayoría musulmana chií donde conviven ismaelistas con imaníes, alauitas, drusos..), Irán (también de mayoría chií) y Hizbulá, sin olvidarnos de las minorías cristianas ortodoxas y el pueblo kurdo; y del otro lado, Israel, las monarquías árabes, los emiratos no-árabes unidos y la distorsionada mayoría de socios atlantistas que ejercen la hegemonía desde Ottawa, Washington, London o Canberra, todos no europeos de lengua materna inglesa (The Great United Kingdom Again desde el Brexit). Pese a no ser Israel miembro de la OTAN, como ocurre con Ucrania al norte del telón de acero, ni ser soberanos los Estados que envían fragatas para unirse a la Armada vencible del Imperio de la Mentira y disfrutar en primera línea de su Caída.

  Determinados Estados no representan a las naciones sino a las confesiones tras perder feligreses a chorros en todas las encuestas y con todas las polarizaciones posibles salvo una: la Yihad o Guerra Santa. ¡A por ellos! A por el enemigo único del momento. Sólo les queda la guerra como continuación de la política por la vía religiosa. Mientras censuran tuits y cierran cuentas por considerar incitación al odio el mero hecho de reconocer el dimorfismo sexual en la especie humana, distinguiendo entre hombre y mujer (salida de la costilla del hombre si no lo desmienten los verificadores), el primer ministro del Estado judío con capital en la deslocalizada Sión, se dedica en las redes sociales a compartir bombazos en lugar de abrazos como nuestra vicepresidenta del Gobierno en funciones, sor Yoli Citröen. Netanyahu pide abiertamente a los estadounidenses, y en especial a los de nacionalidad judía, que aboguen por que se cumpla la profecía de Isaías. Su primogénito Yair (¿o Jair?), nos recuerda a los hijos de Azaña y Caín (jornalero vengador de los corderos sacrificados por Abel) que leamos la reinventada Biblia para constatar que lo que reivindica su Padre es La Pura Verdad. Para los sionistas, los cananeos y los fenicios son comerciantes en sentido peyorativo, a los que hay que desterrar de la Historia y de la Tierra de Canaán que pertenece a los judíos según el derecho divino manuscrito por los hombres milenios más tarde; los filisteos, gigantes, monstruos extraordinarios que no atienden a razones; los calebitas, perros que amenazan la medra de la facción hipócrita por su conservadurismo estricto y su ascendencia real y, por ende, contrincantes divinos; los samaritanos y también las mujeres, seres impuros al nacer.

  Para los hijos de Sión, el Reich de Hitler no era o no iba a ser genocida sino trasladador de etnias del Oriente Medio (millón y medio de kurdos sobreviven hoy en Alemania), como se colige del acuerdo Haavara («traslado» en hebreo). Y lo mismo el régimen de Zelensky, que invitó a sus excompatriotas rusoparlantes a abandonar el país o morir. El ascenso al poder del Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán (NSDAP) se vio favorecido por el capital judío, y lo mismo ocurrió con el partido «Servidor del Pueblo» de Zelensky que legisla, juzga y ejerce para la «descomunización» de Ucrania. Mientras en España los gerifaltes como Sanjurjo conspiraban contra la República (y el «falangista de primera hora» Alfonso XIII lo hacía desde el exilio al tener prohibido poner los pies en España), en Alemania discurrían el acuerdo para la deslocalización de judíos a Palestina. El oficial de las SS, Leopold von Mildenstein, mandó acuñar para su viaje a Palestina en 1933 la famosa medalla con la estrella de David y la esvástica de Hitler juntas —como en el gueto de Varsovia, vaya—. El término y concepto sionismo (partidarios de Sión, fortaleza de un David en Jerusalén para mantener el Reich Unido) empezó a emplearse en el diario austríaco Selbstemanzipation (Autoemancipación). Durante los prolegómenos del acuerdo, Von Mildenstein se encargaría además de que salieran publicados artículos favorables a los judíos («La noche de los cristales rotos» y la normalización de los pogromos vendrían unos años más tarde) en el periódico del partido nazi en el distrito de Berlín, Der Angriff (El Ataque), fundado por el entonces führer de zona en la demarcación capitalina, Joseph Goebbels. Católico sospechoso de ascendencia judía y mentiroso hasta la extenuación suicida, que negaría las acusaciones decretando su árbol genealógico. Padre del propagandismo moderno que colma los telediarios —me niego a llamarlo «periodismo».

  Tijera contra papel, piedra contra tijera y pepinazos con munición prohibida contra «rocas como esta», como la que exhiben los embajadores de Israel ante la ONU (o los heraldos de la Monarquía Católica ante las cámaras de televisión) para desembarazarse del Pacto Internacional. Las armas que se fabrican están destinadas a los mortales que se acogen a los tratados armamentísticos globales: todos menos el sempiterno Pueblo Elegido, todos menos los llamados a la mesa del Soberano Señor. Las naciones unidas son el objetivo de la familia de misiles Jericó desarrollados en el régimen francés (¿de Vichy?) o los linajes de armas tecnobiológicas, drogas de diseño incluidas, desarrolladas y testadas en el régimen de Kyiv. El incombustible Govern catalanista, con Puigdemont enrocado en Centroeuropa, es considerado supremacista por el chamuscado Gobierno españolista alternante; y el Gobierno israelita hace innegable alarde de supremacismo, demandado que se siga el guión escrito por ángeles y arcángeles hace dos mil quinientos años. Si el Govern supremacista se pone del lado de Israel y el Gobierno que considera supremacista al Govern, también se pone de perfil y por lo tanto su equidistancia es absorbida por el David matagigantes, ¿quién se va a oponer al supremacismo? Porque un Estado que concuerde con el Vaticano y que guste de poner al frente de Interior a querubines y serafines, me temo que no. A la nación nos reservan el nacionalismo y el Libro de Judit, causalmente apócrifo, por pura practicidad, en las Iglesias-Estado reformadas y desamortizadas desde la Commonwealth o riqueza común de Cromwell. Para el Estado y su camarilla de plutócratas o Deep State, es el globalismo.


«No te alegres, nación filistea,
de que haya sido quebrada la vara con que te castigaban,
pues de donde salió una serpiente saldrá una víbora,
más aún, saldrá un dragón volador.

Los pobres tendrán en mis campos pasto para sus rebaños,
y la gente sin recursos descansará tranquila.
Yo, en cambio, haré que tu gente muera de hambre,
y mataré a los pocos que te queden.

¡Laméntense, ciudades filisteas,
griten de dolor, tiemblen de espanto!
Porque del norte viene un ejército como una nube de humo;
ni un solo hombre se sale de las filas.

¿Qué se puede responder a los enviados de ese país?
Que el Señor ha dado firmeza a Sión,
y los afligidos de su pueblo se refugiarán allí.»


Is 14 28-32



«Pues Moisés, después de haber leído a todo el pueblo todos los preceptos según la Ley, tomó la sangre de los novillos y machos cabríos con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el libro mismo y a todo el pueblo diciendo: Esta es la sangre de la Alianza que Dios ha ordenado para vosotros. Igualmente roció con sangre la Tienda y todos los objetos del culto; pues según la Ley, casi todas las cosas han de ser purificadas con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón de los pecados.»

Hebreos 9 19-22



«Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.»

Is 1 15-18



«Y del mismo modo que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se aparecerá por segunda vez sin relación ya con el pecado carnal a los que le esperan para su salvación a la que seguirá el Juicio.»

Hebreos 9 27-28

* «Carta de San Pablo a los Hebreos», reescrita por Lucas el evangelista y destinada a los hebreos en la diáspora occidental de parte de Saulo Paulos (prenombre y cognomen o sobrenombre en griego en la Biblia traducida inicialmente para Occidente). Paulos es «apóstol de los gentiles» (paganos griegos y romanos) coetáneo de Jesús Nazareno (Galilea habiendo nacido en Judea, en la cuna del David); natural de Tarsus, ciudad conquistada por Pompeyo para Roma 67 años antes de nacer el que no fue Khristos hasta la traducción bíblica en la era constantiniana.

En el evangelio de Loukas (acompañante del apóstol de los gentiles Paulos) se completa la genealogía de Jesús, interpolando a Lamec entre Matusalén, hijo de Enoc, y Noé, padre de Sem y de los extintos cananeos (Cam) e hititas (Jafet, el primogénito en el texto hebreo). En el Libro entre testamentos de Enoc, apócrifo para los cristianos salvo los de Eritrea y Etiopía, muchos de los cuales reemprendieron el Éxodo hacia 1950 desde la diáspora africana, aparecen los Ángeles Caídos y los Gigantes o Nephilim, cruce antinatural entre seres de naturaleza maligna y hembras humanas. También se justifica el mal menor del diluvio universal.