Sobre odiadores anónimos




El odio y sus presumibles delitos siguen una trayectoria vertical, de arriba hacia abajo. Con eso estaría dicho todo, pero, como por lo visto no basta, habrá que profundizar. El odio, lo mismo que el miedo, lo está esparciendo todos los días el oficialismo que niega la corrupción, hacia la oficiosidad que afirma la impopularidad de las medidas institucionales. El odio y el miedo son inseparables del amor, no hay cielo sin infierno, y viceversa. No hay guerra sin paz o clericalismo sin militarismo. La amnistía por amor a miembros de la realeza, de la nobleza y del ejército implica necesariamente, por miedo de los privilegiados, el castigo por odio a miembros del campesinado, del proletariado e incluso de la burguesía. Alguien tiene que expiar los pecados de los irresponsables. Sirva de referencia la nueva inmunodeficiencia adquirida por la especie humana tras los brotes y la actuación de las proteínas del virus corona, de mayor calado en las familias y barrios de menos ingresos económicos y más morbilidad previa. Con sobredimensión de la tasa de letalidad, paulatinamente disminuida por la propia OMS a medida que se iban detectando casos gracias al invento del siglo: la enfermedad sin síntoma, con su carga viral y su positividad, enemiga artificial del positivismo y la evidencia empírica. Se podía saber y se veía venir puesto que en realidad el invento había sido ya practicado durante el siglo XX, aunque no con el 100% de la población. A finales de centuria, con el VIH y los seropositivos; a principios, con la epidemia fascista que recorrió Europa en busca de grupos humanos considerados nocivos.

  Si los nazis hubieran ganado la guerra, la verdad oficial sobre el holocausto hubiera sido otra. Lo demuestra la ocultación de campos de exterminio donde sí hubo victoria del totalitarismo. Quienes hoy señalan esta semejanza, están siendo tachados paradójicamente de negacionistas. No por negar la existencia de la patología vinculada al déficit de respuesta inmune, sino por dudar del dogmatismo oficialista acerca de datos y conclusiones para avalar medidas ¿sanitarias? y económicas durante el transcurso de la pandemia, cuya definición se altera en 2009 con el subtipo H1N1 del virus gripe A. Una ola de histeria planificada por la OMS según la denuncia desde el Consejo de Europa entonces. Las múltiples aplicaciones del término «negacionismo», además de servir para prostituir la lengua castellana, sirven para abarcar a cada vez más personas. Gracias a los Agamenones y porqueros con memoria no inferior a quince días, hoy son verdad los negacionismos de ayer. Recordemos la prosopeya del académico faltón y odiador por excelencia: el real diccionario del español «no juzga ni opina», sino que recoge el uso que dan a las palabras algunos escritores (los que no acaban en el patíbulo o se granjean reconocimiento internacional). Se está escribiendo, y mucho, sobre positivos y cuarentenas, sobre fielatos y alcabalas y sobre cartillas de racionamiento y estraperlo. También sobre el desorden que reina en las monarquías y casas reales de Bourbon y de Hannover —tomará nota Pérez-Revierte—. La alarma contra el odio perpendicular y descendente que históricamente se desparrama en forma de violencia transversal en la base de la pirámide social, debiera haber saltado hace tiempo. Pero el duelo a garrotazos viene dispuesto por los de siempre, para que todo siga in statu quo.

  Que se haya progresado fantásticamente en el aspecto técnico mientras el aspecto social vaya cuesta abajo y sin frenos hacia un nuevo modelo feudal, no es casualidad sino causalidad. El tecnofeudalismo es la consecuencia de la financiación de los Estados a la Ciencia ™, para que ésta se quede en propiedad las patentes rentables sin dejar de emitir facturas a los apurados Gobiernos de los Tiempos Modernos. Ocurrió con las telecomunicaciones y el comercio electrónico derivado en automonitoreo y autocontrol de los operarios de las sociedades empresariales tecnológicas, ocurre con la digitalización de las Administraciones derivada en autogestión y autoburocratización de los vecinos de la sociedad civil, y ocurrirá con los ensayos clínicos derivados en autorrastreo y autotesteo médico desde casa de los pacientes de la externalizada sanidad farmacéutica. Se trata de adelgazar el empleo y los sistemas nacionales tras las inyecciones económicas para afianzar la competitividad, encauzar los fondos públicos (de la Unión de Estados) y aumentar los beneficios privados. Aterroriza imaginar el ejercicio de una democracia directa, vista la pretensión de autodigitalizar y automatizar al 100% de población, previa colonización del pensamiento por el pánico grupal derivado en no te metas en política, lo que hace falta es que haya trabajo y, finalmente, virgencita que me quede como estoy. En caída libre hacia la nueva subnormalidad, porque los vampiros no están inyectando sino succionando. ¿Supervisó el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias la publicación de cifras por parte de Comunidades Autónomas, Ministerio de Sanidad, Instituto Nacional de Estadística y Registro Civil? ¿Se coordinó con los sistemas de Monitorización de la Mortalidad o de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas? ¿Existe correlación con la agenda del establishment? ¿Han estado mangoneando el relato conforme al aislamiento, fumigado e inyectado del mayor porcentaje posible de vulnerables?

  El exceso de confusión condujo a la saturación de la sanidad pública en aquellos Estados con defecto de protección por gestión mixta público-privada. Recuerdo al soberano de Mónaco festejando en el Oktoberfest de 2020 el mayor número de camas de hospital por habitante (cobertura totalitariamente privada). Y análogamente en los modelos socialistas/comunistas, éstos sin derechos ¿improvisados? para las patentes de ARN mensajero. El pánico fue directamente proporcional al carácter confesional y militar de los Estados, con la incidencia vírica agravada en los modelos sanitarios peor preparados por haber sido desmantelados en la anterior crisis para garantizar la sostenibilidad del patrón de desembolso común y provecho particular. La solución principal, final y total que se propuso fue «la vacuna», y no parece que vaya a haber licencia inviolable de ordeño para medicamentos. Al menos hasta que el total de la nación haya comulgado con los reportes de los cuentistas. ¿Fue casual la manifestación en Chueca con la consigna fuera sidosos de nuestros barrios? —pregunto—. La delegada del Gobierno justificó la celebración del evento por engaño a la Delegación. La presencia de menores y mayores, ciudadanos no esenciales desde el punto de vista de la oligarquía, fue la justificación para que las fuerzas del orden no intervinieran. Inmediatamente, la ministra de Igualdad reivindicó la aprobación de la [mal llamada] Ley Trans, azuzando a sus huestes contra la oposición. Contra los negacionistas del manejo de la epidemia que aspiran a no ser condenados, que se niegan a perder su trozo del pastel y que hubieran hecho lo mismo. Si llega el consenso de partidos y el sentido de Estado será por la máxima ¡fuera positivos de nuestros barrios!

  Al odiador anónimo se le reconoce porque busca dividir a la nación para salvaguardar la Unidad del Estado, el totalitarismo troceado en que consiste la partidocracia europea. El divide y vencerás del sacro imperio europeo de nuestros días para no tener enfrente a un pueblo unido. Sociedades anónimas de los que viven permanentemente con beneficios, tengan déficit o superávit, contra cooperativas populares de los que viven permanentemente en riesgo. El de exclusión social pretende ser sustituido por el de exclusión digital mediante la recurrente crisis para purgar los pecados capitalistas. Algo tendrán que esconder quienes gobiernan sin presentarse a elecciones con programas electorales tan ambiguos como las Agendas 2030/2050/2070… Verde por fuera, negro por dentro, como el pase sanitario —cof, cof—. Forma frente a fondo, inconcreción frente a contenidos. El poder constituido pretende infiltrar más cuentas anónimas (que no seudónimas), en las redes sociales virtuales. Algo que viene ocurriendo desde que se produjo el sorpasso en intención de voto a las dos patas del bipartito y se dispuso la Operación Araña para tejer una internet de robots y autómatas. Viralizar el oficialismo para acabar con las cuentas seudónimas, con los anticuerpos frente a la id digital y el green digital certificate que gozan de inmunidad natural frente a los ataques ad hominen. Sabiendo que mucha gente va a terminar en la beneficencia del paro estructural, ¿para qué reciclar en la dictadura del capitalismo verde? ¿Para qué sacarse la virtual Tarjeta Ciudadana? ¿En eso consiste ser ciudadano? ¿Acaso reciclan y se autogestionan administrativamente Felipe Bourbon, Letizia Ortiz y el resto de la oligarquía a la que no elige el pueblo? ¡Pues claro que NO, les reciclan y les gestionan otros! No hay igualdad de derechos y deberes. Pero nunca hubo una revolución más sencilla: apagar el móvil y la tele, salvo para beneficiar a tus iguales, sin publicidad ni propaganda. Muerto el perro, se acabó la rabia.