Mapa de la Antártida (Paris, 1737) por Philippe Buache, Premier Géographe de Luis XV de Borbón (rey de Francia y sobrino de Felipe V de Anjou).
La corrupción política, que sin separación de poderes abarca a la justicia, es la norma administrativa en un Estado corrupto. Lo dijo Aristóteles hace más de dos mil trescientos años: «los malos gobiernos no deben darse sino en Estados regidos por hombres corrompidos». Sucesivos malos gobiernos son, por lo tanto, consecuencia jerárquica de un Ente superior, luego cambiar de ejecutivo no es solución. «Parece imposible —razonaba el alumno de la academia platónica— que un gobierno dirigido por los mejores ciudadanos no sea excelente. Y recíprocamente, parece imposible que donde la administración no es buena, el Estado (ciudades-estado en aquel entonces) sea gobernado por los mejores ciudadanos». Si en España hubiera democracia, el pueblo mandaría a las Cortes a quienes mejor representaran sus intereses. El caso es que no la hay ni la puede haber en las condiciones vigentes, menos aún integrados en la actual UE. No hay separación de poderes, sino elecciones «generales». Los partidos políticos se reparten cuotas de poder junto a asociaciones judiciales (ideológicas), iglesias (transnacionales), medios de persuasión (multinacionales y bursátiles), sindicatos y patronales. Todos ellos subvencionados por el Estado. No hay representación de los territorios, sino de los partidos. Fe en ideologías simbólicas y opinión mediatizada. Globos sonda, sondeos, inconcreción programática y búsqueda de consonancia con las bases a través de consultas para esclavizarlas de su agenda y de sí mismas. Para desempeñar algún papel dentro de los partidos se debe «compartir la finalidad» de la dirigencia por mandato legal. Tampoco hay representación de los sectores, la inversión globalizada coloniza las necesidades (colonia energética, digital, sanitaria, religiosa, alimentaria, vacacional…).
Gª-Trevijano denominaba a nuestra forma de gobierno «oligarquía de partidos», extensible a la de la Europa derrotada en la II G. M. y auspiciada por EE. UU. (OTAN, FMI y Banco Mundial). Aunque nuestro católico dictador murió en la cama, así que Anguita se refería a este régimen como «no-dictadura»: se puede votar, sí, pero con miedo a hablar, al rechazo social, a perder el empleo, a inquietar al IBEX 35, al Franquismo S. A. En definitiva, con miedo al futuro, sin libertad de opinión ni de conciencia (o de expresión y pensamiento) ni igualdad de oportunidad que el nuevo liberalismo abandonó por el camino. Tampoco derechos fundamentales (universales) que no deberían ser opinables, que no deberían ser ideología. La enseñanza, la salud o el acceso a la vivienda y sus respectivas condiciones dignas no son libertades individuales, sino del colectivo humano. La no-dictadura, además, posibilita a los tenedores de capital abandonar la tolerancia (el respeto a los demás) cuando ven amenazados sus intereses y al mismo tiempo fomentar el enfrentamiento civil y el voto «en contra» —que viene el coco—, fórmula tantas veces repetida con F. González como maestro, el primer diputado en ser llamado y sacado de la cámara durante el 23-F. Según señaló el expresidente al ser entrevistado entonces por este hecho, la democracia, además de haber sido «confirmada», había adquirido «un símbolo y una fecha».
El heredero de Franco tuvo el 23 de febrero de 1981 como golpe de efecto. Para el beneficiario de Juan Carlos I, el 3 de octubre de 2017 no ha resultado definitivo, sí definitorio. ¿Es equiparable el indulto del PSOE al general Armada, 2º Jefe del Estado Mayor del Ejército desde el 12 de febrero del 81 para «cumplir órdenes», alférez provisional durante la Guerra Civil, comandante y Cruz de Hierro tras su paso por la División Azul del ejército de tierra de la Wehrmacht, Medalla Antibolchevique por su participación en el sitio de Leningrado…, al que se pretende con miembros de la sociedad civil como los Jordis, sin galones ni armas ni violencia? ¿Pretenden hacer pasar a Cuixart y Sánchez por los nuevos Armada y Milans del Bosch? ¿Fue esta la fecha elegida por los consejeros del símbolo (guinda del pastel de la oligarquía de partidos)? ¿Cabe esperar del símbolo una cintura política de 180 grados a tenor de la ilegalización del neonazismo en Grecia y Eslovaquia? ¿Es suficiente el relevo del coronel Pérez de los Cobos en la Comandancia de Madrid? ¿Sirve como depuración? ¿Se llevaría a cabo con Vox para reembolsar el voto a sus indistinguibles socios y que España siguiera igual, es decir, en trayectoria descendiente desde el tiempo en que extraía recursos de sus colonias? La historia demuestra que quienes disponen el enfrentamiento lo hacen por practicidad, estimando que van a ganar más de lo que pueden perder. Ante la perspectiva contraria no siguen adelante o, al menos, dan tregua.
Los juzgados de los diferentes niveles administrativos son colmados por la propaganda visceral sin recorrido judicial mientras los jueces se querellan contra la carencia de medios y la falta de tiempo. La disociación de partidos y la creación de nuevas marcas sirven para rentabilizar la corrupción y acaparar el descontento. Vox encarna el neofascismo que decíamos no tener. UPs y Más País son el rojo y el verde de la antigua IU. Cs es Fraga, liberal en lo económico e intervencionista en lo social. Una vez desamortizado el sector público, Ciudadanos es el canon del [neo]absolutismo: aferrado al clericalismo y militarismo con los poderes del Estado supeditados al interés del monarca y defensa a ultranza de los privilegios de origen feudal y de los gremios aburguesados, principalmente vinculados al lujo. Lo mismo que PSOE, socialista, republicano y federalista que subsiste mudando de convicciones, fichando y conservando en el Estado mínimo y en las baronías a la guardia pretoriana del régimen borbónico-franquista. Ni siquiera la derechización le habilita para manifestar «somos la izquierda». Sus principios se antojan papel mojado, basta con recodar en su historia reciente el NO es NO a la investidura de Rajoy (y por ende a la legislatura envolvente de la corrupción con banderas) por imperativo partidista (Ley de Partidos Políticos), dicho sea de paso, inconstitucional (art. 67 C. E.).
La Constitución es violada sistemáticamente por sus resquicios externos para amnistía financiera (SICAV, Montoro, Bankia…). Para seguir disfrutando, el búnker del 78 o nueva contrarreforma la terminan de conformar la retrogradación de PP y el reaccionarismo de Vox. Su irrupción en el CIS de Tezanos (PSOE) e inmediatamente en el Parlamento de Andalucía coincide con el inicio del mandato constitucional expirado en el CGPJ y el Tribunal Supremo, a pleno rendimiento en proyectos y nombramientos vitalicios, ni mucho menos en funciones. El mismo Poder Judicial que nos dejó Juan Carlos I es el que se ha encargado y se sigue encargando de amortizar la corrupción por los casos ERE, Gürtel o Lezo, garantizando la alternancia fidelizada en Andalucía, Comunidad Valenciana o Madrid. También de amortiguar la concerniente a las multinacionales bursátiles (energéticas, financieras, telecomunciacionales, ferroviales…) con sede preferentemente en Madrid, aunque tb. en Catalunya, País Vasco, Comunidad Valenciana o Cantabria.
No legislar es lo deseable para la libertad individual, para las teorías, conceptos y hábitos que mutan con el paso del tiempo. La reducción de escapatorias, duplicidades y comisiones, y NO la creciente improvisación de parches para rescatar a la economía que abocan al absurdo, sería la dirección correcta hacia la estabilidad. No es justa la infinidad de leyes imposibles de recordar por quienes están saturados de deudas y deberes. Síntoma de esta circunstancia son las tropecientas páginas de los tropecientos autos de los tropecientos procedimientos judiciales sobre los que no pueden tener un parecer los peritos en la materia de la causa pero sí quienes redactan los textos. Quienes los hojean, concluyen que hay que leerlos para poder opinar. Quienes los leen, entienden que la clave reside en unas pocas frases. La razón de Estado es entender y fomentar el desarrollo del ser racional y de sus virtudes morales. El Estado ideal (utópico) sería el paraíso alegal, donde todos tuvieran el mismo concepto de justicia y todos pudieran tomar y aportar frutos al árbol de la sabiduría. Abandonemos la negación y acojamos la afirmación para resolver las tres graves dolencias enquistadas en nuestro aborto de democracia, a saber: la identidad confesional (nacionalcatólica), la forma de estado (borbónica) y la articulación territorial (centralista en lo económico, en lo vial y en lo poblacional).
El gobierno de los mejores, la aristocracia elegida por mérito y no por edad (y no su degeneración, la oligarquía), es la forma gubernamental que históricamente más estabilidad ha ofrecido (hasta la aparición de agentes externos). Decía Aristóteles sobre Cartago que «nunca ha habido cambios de gobierno, y, lo que es más extraño, jamás ha conocido ni las revueltas ni la tiranía. […] No toma sus reyes de una familia única, tampoco los toma de todas indistintamente, y remite a la elección y no a la edad el que sea el mérito el que ocupe el poder.» Organizaciones político-sociales como las de las tierras quemadas de Cartago o Numancia (aristocracias) fueron desoladas por quienes instaurarían las clientelas militares. Llama la atención la disculpa histórica sobre la responsabilidad de Julio César en el incendio de decenas de miles de rollos en Alejandría, atribuido a una maniobra defensiva que el propio dictator perpetuus que dio paso al imperialismo romano omite en su relato Guerra Civil (Bellum Civile, desde el cruce del Rubicón hasta la muerte de Pompeyo en el delta del Nilo). Episodio referido por autores como Tito Livio, Séneca o Plutarco (no así en su biografía sobre César). ¿Coincidencia con los bibliocaustos perpetrados por nazis, fascistas, falangistas y requetés? ¿Casualidad que todos ellos compartan el saludo romano?
Idéntica pauta siguió Jerjes con la biblioteca ateniense de Pisístrato para quebranto de la cultura helénica. O Alejandro en Persépolis eliminando rastros de la civilización persa (incendio asimismo históricamente controvertido) antes de legar al mundo el imperio seléucida más tarde absorbido por el romano, mediador entre helenos y persas que paulatina y simultáneamente fue ampliando sus límites desde el norte de África y a través la península de Anatolia, consumando el abrazo mediterráneo en Judea bajo el mando único (imperium proconsulare infinitum et maius) del augusto Octavio. O el inquisidor de Yucatán y evangelizador de las Américas, Diego de Landa, con las crónicas mayas, en nombre del Primado de España y Canciller Mayor, Jiménez Cisneros, cardenal confesor de Isabel Católica y superior político de Juana la Loca. O los últimos emperadores norteamericanos con la coartada de ISIS para hacer desaparecer patrimonio cultural durante las ocupaciones de Irak y Siria como el de los templos, bibliotecas, museos y universidades de Tadmur y Mosul (antiguas Palmira y Nínive). Muera la inteligencia, también la de las facciones musulmanas o los vestigios cristianos o fenicios que molestan. Con el añadido del robo de parte de manuscritos y tótems para financiamiento en el mercado oscuro del arte y la cultura, y el destino a manos particulares de esta valiosa información. El emporio estadounidense depende de mantener vivas las llamas en el globo, a la fuerza son nominados o galardonados con el Nobel de la Paz como lo otorgaron a Obama en 2009, a la UE en 2012 o como ya se habla de otorgarlo a la OTAN. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. ¿De democracia como Juan Carlos I? Quien ostenta la soberanía, es decir, el poder, revisa la historia a su gusto y manera.