El negacionismo tiene diversos aspectos y un rostro de cemento, el de quienes dentro de esta actitud no ignoran la debacle ecológica ni la actual incapacidad político-jurídica respecto a una convivencia armoniosa, validando el consiguiente falseamiento histórico-periodístico. Uno de sus empeños más arraigados es el sostenimiento, al tiempo que negación del derrumbamiento, del modelo social y productivo de la obsolescencia programada, también en recursos humanos para devaluación salarial. Un sistema que se deshace de la especialización particular y la experiencia asalariada una vez adquiridas para automatización de la precariedad laboral (los «ajustes dolorosos pero necesarios» no son coyunturales, sino graduales, el desempleo es estructural). Que premia el ahorro con participaciones fraudulentas. Que desposee al Estado de los sectores estratégicos y de los derechos vinculados al bienestar, colocándolos en manos privadas y trayéndolos de vuelta esquilmados para repago si procede. Que desprecia la conciliación de la vida familiar (dilatar la jornada laboral conviene para el mercadeo de la dependencia y de los jardines de infancia, para una tasa de paro orgánica, para el abaratamiento de sueldos, para la temporalidad y para el abandono del compromiso ciudadano). O que promueve que bienes de dominio y utilidad pública sigan siendo desafectados e inmatriculados por pretensión de prójimos apostólicos transnacionales, a pesar de la constitucional «inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad» en el caso de España. El modelo noratlántico-anglosajón de la burbuja armamentística y la imperial desigualdad que apuesta por seguir fabricando ficción desde California, el estado norteamericano con un PIB del orden de las primeras potencias mundiales que cuenta con doce mil asilados en el suburbio de su capital económica haciendo honor al abismo procesal del tiempo de los gambusinos forty-niners.
La desinformación se instala como complemento del sistema educativo doctrinal que pretende ahondar ahora en el trasvase de fondos públicos hacia el sector privado sirviéndose de los padres con la novedosa fórmula bautizada como cheque escolar, para profundizar en el quebranto de la libertad de pensamiento y de la cooperación entre personas, en el asentamiento de la idea de competencia, rivalidad en el panorama presente, como algo positivo. Contradictoriamente se fomenta la incompetencia con las puertas giratorias y el comercio de influencias. La agonía del periodismo propiamente ejercido (o auge del libertinaje de prensa, partícipe de lo estatal en lo publicitario y en lo cloacal), fundamentalmente el masivo, convertido en mero transmisor de dogmas económico-políticos y fantasías judiciales y policiales sin cuestionamiento ni investigación alguna, hace inevitable la instintiva alternativa comunicacional derivada de la desconfianza, la opción del boca a boca, de la tradición oral —no sin el apagón de determinados soportes—. De este modo, alcanzando dimensión de «gran preocupación» ciertas cuestiones, se ha podido doblegar al poder mediático en diferentes momentos de la historia, para lograr dar parte a las masas de cuestiones incómodas para la moral religioso-territorial. Son expresiones de esta circunstancia la libertad de asociación sancionada en las Doce Tablas de la república romana durante el siglo V a. C. que posibilitó los collegia y la movilización política de los proletarios de la plebe en su lucha de clases contra los patricios, la libertad de conciencia cristiana en los inicios del siglo IV, los valores humanos en el siglo XV, degradados a intereses en la actualidad, o determinadas libertades durante el siglo pasado como la educativa (con la enseñanza primaria obligatoria) y parcialmente la sexual, si bien nada es para siempre. La ya de por sí cercenada libertad de expresión (únicamente por su margen izquierda) es de escasa utilidad cuando previamente se inculca un ideario provechoso para una minoría elitista, por ejemplo con una desigual concepción de los aberrantes delitos de odio . En cualquier caso, las pequeñas conquistas del hombre y la mujer son reconducidas por el ingenio capitalista para asunción de la pertinente tendencia social como gran paso propio.
La globalización (exclusivamente para capitales) fue concebida en el momento de la implantación del euro como transferencia de poder desde los gobernantes políticos, rebajados a capataces, hasta los mercados financieros (desposesión jurídica en el lado administrativo que pretende ser agudizada por tratados internacionales como CETA o TTIP), beneficiando en Europa a los miembros fundadores de la CECA (para la libre competencia del carbón y del acero) junto a los socios que han perseverado en la pugna por la soberanía monetaria y el señoreaje. La subsistencia dos décadas después de los paraísos fiscales y de cuotas mercadotécnicas y rendimientos basados en la deslocalización de las empresas y el traslado de su contaminación integral a otras latitudes a cuenta de regalías, han demostrado espurias las maniobras y desmentido la sostenibilidad del sistema productivo. Al objeto de analizar el enfoque de la democracia cristiana que nos dirige en Europa, se debe tener presente la creencia que intentan perpetuar (en el mejor de los casos por elusión del infantil adoctrinamiento) de que la especie humana es inmortal y que la evolución, la mutación en los procesos de reproducción celular y síntesis de ácidos nucleicos, ha sido minuciosamente prevista por un dios antropomorfo, dejando la selección natural en manos de la eventual herramienta de la civilización: la economía y sus perversiones, como son los activos financieros y su toxicidad, los refugios fiscales y su ingeniería, o los mecanismos de los estados judiciales y su fuerza bruta, todo ello para sostenimiento de las oportunidades (sin linaje).
De momento, escapan al control conservador, el ecologismo (incluido el animalismo, para bien fuera de planos religiosos) y el feminismo, y también los reaccionarios detractores en conjunto de las separadas reivindicaciones sociales (tendentes matemáticamente a una por partido político progresista), canalizando el desencanto con lo viejo y el malestar por lo nuevo el ultraderechismo, delator de demonios y brujas voladoras al que ríen las gracias quienes ostentan el mando. Mientras tanto, una izquierda oficiosa trata de ampliar los estándares científico-políticos de la izquierda oficial o consentida, a la que el poder económico maneja con mano siniestra endosándole crisis y sus responsabilidades o riesgos demagógicos que la progresía compra sin mirar. Predice el desarrollo de los acontecimientos el antecedente del movimiento LGTB(IQ+), cuyo empuje fue sutilmente orientado hacia transversal negocio. Por hacer balance de la riña de clases, el miedo se sigue imponiendo en el bando empleado, cuando se trata de denunciar abusos laborales, de solicitar la baja médica o incluso de concluir la jornada a su hora. El crecimiento sostenido para conservación de la distribución de la riqueza mantiene el ascensor (o escalera) social fuera de servicio. La descorazonada y descorazonadora oligarquía de la antidemocrática UE define los espacios políticos de las dispares circunscripciones y despluma a los rojos con la cuestión verde, ejerciendo egregiamente su capacidad de diseño de las proporciones parlamentarias previamente a los tenebrosos mandatos, convirtiendo las demandas que no han alcanzado el estatus de preocupación en extremismos por medio de sus voceros —en la petulante concepción antropocéntrica de que «nunca es tarde».
El Pacto Verde (Sólo) Europeo ideado y celebrado por la Comisión Europea presidida por el grupo político que tanto gusta de luminarias, consiste en la repentina modernización de las transacciones polutas, principalmente las energéticas (productos mayoritariamente petrolíferos), seguidas a distancia por la metalurgia y la automoción dentro de los procesos industriales y agropecuarios, para que «no se queden atrás» en cuanto a emisión a la atmófera de gases de efecto invernadero los motores del neoimperialismo. La subsanación de la deuda ecológica generada por omisión durante decenios, compromete subvenciones mil millonarias periódicas (a un Fondo de Transición Justa —¿influye la adjetivación del Fondo en una gestión con arreglo a justicia y razón?— por vía del Banco Europeo de Inversiones bajo la tradicional fórmula de línea privada con una importante proporción de capital público) para la consecución de los objetivos ambientales que, sin eximir de la disciplina fiscal de déficit y deuda externa, interna constitucionalmente, rebajará todavía más el techo de gasto, de forma permanente si nos atenemos a la referencia helena y al reconocimiento de puertas adentro por el propio Banco Mundial del «círculo vicioso en el que las nuevas deudas sirven para amortizar las anteriores». La amnistía ecológica para los acreedores del Club de París supondrá borrón y cuenta nueva con las hasta ayer desconsideradas emisiones contaminantes —recordemos el silenciado escándalo de Volkswagen —. Las empresas que encarecían subastas dejando correr agua en las presas y que gravaban a la naturaleza respaldadas por los tribunales internacionales para sostenimiento del modelo financiero-económico pasan hoy a hablar de eficiencia energética y consumo local. Se crea el problema, se estimula la reacción desprovista de sentido crítico, dirigiéndose al público por medio de criaturas de poca edad (Greta Tintin Eleonora Ernman Thunberg, Suecia, 2003, y Licypriya Kangujam, India, 2011, a quienes parece no despertar interés el espectro radioeléctrico o la subasta de bandas de frecuencias), y se ofrece la solución reforzando la autoculpabilidad (la gestión de residuos, no procesable en su totalidad y subcontratada al tercer mundo, supone un mínimo porcentaje del monto contaminante) y favoreciendo la inhibición de acciones contra lo dispuesto. La estrategia problema-reacción-solución, de manual .
Sin embargo, el eslogan «del campo a la mesa» no parece obedecer a diferente motivación que la publicitaria, con la producción determinando el consumo (y no al revés) y la constatación del vaivén especulativo de mercancías en el afán de vehicular la capacidad adquisitiva hacia la oferta de los mercados, desajustada con la demanda por beneficio intermediario y bursátil en la sobreproducción, sobreenvasado y sobretransporte. Tampoco los principios rectores de la izquierda parecen afrentar a la palabra divina de la derecha. Pese a la facultad constitucional de los poderes públicos de promover sociedades cooperativas, el sector privado, especialmente el privatizado, preconstitucional hasta 1996, no sólo dificulta sino que prácticamente imposibilita el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción, cuando además el emprendimiento que sobresale es inmediatamente acaparado por iniciativa particular y capitalizado sin riesgo —productos financieros con o sin fruto respaldados por el activo rescate público de los manijeros políticos del poder—, mientras el ICO subvenciona la publicidad electoral de los partidos amancebados del sistema turnista. El desarrollo de los sectores económicos, especialmente las energías renovables y resto de ventajas competitivas de la península cuyos mejores productos alimentarios son disfrutados por las élites, preferentemente en el extranjero (cambiazo de la tríada mediterránea por granjas intensivas de PIGS), debe perseguir la equiparación salarial de todos los españoles a la vez que el equilibrio y la armonización regional y sectorial. Nótese para ello la oferta laboral no demandada por los autóctonos en los territorios de mayor discriminación xenófoba y racista, donde mayor representación electoral obtiene el partido hipermonárquico que desde su alumbramiento viene jugando al gato y al ratón con el Tribunal de Cuentas. La «situación de emergencia extraordinaria» desde la modificación del artículo 135 por incumplimiento crónico de los valores de referencia establecidos en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea no augura una legislatura confortable.
Junto al generalizado anhelo de escapatorias rurales y frente a los prejuicios sobre fraternidad y aprovechamiento comunal, sirvan de inspiración para nuestro devenir los períodos de descanso y economía solidaria entre imperios (o emporios, literalmente mercados en suelo extranjero) como la era neobabilónica de sociedades cooperativas entre el imperio medo y el persa. Este último nace con el rey aqueménida Ciro II el Grande y alcanza su zenit con la fundación de Persépolis, iniciándose el declive que culmina con el incendio ordenado por Alejandro dos siglos después. Sus diádocos sustituirán a los sátrapas de pauta colonialista similar a la del BCE y sus sucursales (gobernadores de extensas provincias recelosos de perder sus privilegios por la canalización tributaria), dando origen al imperio helenístico instaurado por Seleuco. O el período de paz con el proceso de ruralización tras la caída del imperio romano (nacido tras la dictadura del antirrepublicano César que prohibió los collegia, a excepción de las sinagogas judías) y antes de su sagrada recomposición germánica en imperio feudal. Asimismo el período humanístico con el despeño del feudalismo tras la colonización americana, previo al sistema mercantilista de las monarquías absolutas refundado como capitalismo tras la aceleración industrial. O la Ilustración con la que nacen las repúblicas modernas, el enciclopedismo, las constituciones y el socialismo para poner orden al sistema productivo, p. ej. con la colectivización de su función.
Las sociedades de consumo y el estilo de vida dictado por el modelo imperante que determina las posibilidades del individuo, colonizan el planeta manteniendo el atraso en la mitad del globo para posibilitar el bidireccional flujo de recursos y desechos. La competitividad salarial de los países subdesarrollados junto a la aparición de materias primas en otros continentes condicionan las relaciones humanas; personas al servicio de la economía, de la herramienta. Así lo atestiguan los acuerdos comerciales con países del sudeste asiático o del Mercosur, también los que están en proceso de adhesión o estado de suspensión como Bolivia y Venezuela, o los asociados como Chile, Colombia o Ecuador. Amenaza del patrimonio natural de la otra orilla del Atlántico desde la verde Europa para auxilio del imperialismo yanqui, ese cadáver maquillado al que han montado sobre un viejo penco. Políticos marioneta con la intención de perseverar la semiglobalización y la mínima participación de las decisiones estatales del pueblo, de la sociedad civil ajena a los tentáculos corporativistas y clientelistas que ciertamente entrañan la desigualdad. Inspiración en la gestión de recursos por parte de los clientes en nombre de los patronos para prolongación de la preeminencia de un reducido número de familias durante la república romana. El pueblo llano o plebs urbana tenía en aquel momento el arma de la desobediencia civil en forma de expresa secesión, retirándose en masa al Aventino y resolviendo las cuestiones por medio de asamblea plebiscita. En nuestros días, mientras los proletarii, tanto los relativos a Roma como al marxismo, son desvirtuados y despojados hasta de su prole, todavía no han sido formalmente acotadas las libertades de consumo y de desconocimiento de la agenda propuesta por la gens patricia.