Por mi gran culpa




«Yo confieso ante Dios Padre Todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María ¿siempre? Virgen […] y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante Dios Nuestro Señor

Oración del pecador



Von der Nazi, sabéis de quién hablo, no es idiota. No puede serlo si repite mandato sin que nadie la votara, o bien es menos tonta que el resto, que también puede ser. Y el aborto de IV Reich que es la actual idiocracia europea comparada con los enemigos de la Inteligencia de la NATO, funciona a base de chantajear a los subeuropeos (y análogamente en el desplazable telón de acero) desde los tiempos de Rajoy y su herencia recibida como era el cumplir la disciplina de deuda para no ser chantajeado. Desde Maastricht, problema agravado a partir de la moneda que nunca quisieron los de la libra y el mercado, ambos únicos, al arrebatar el eje franco-alemán la capacidad de señoreaje al resto. La «dirección correcta» desde marzo de 2020 y el «monstruo de la inflación» tienen nombre y apellido en nuestro jardín de la alegría a base de ansiolíticos y antidepresivos: Cristina Luis Lagarde de Guindos. Para mayor inri, los nacionalcristianos que protestaron, se independizaron y desamortizaron antes, saben que los sureños nacionalcatólicos de la contrarreforma perpetua que sólo hablan de fútbol en sus redes, sí que lo son. Tienen la certeza cuando ven al Borbón huido instalar su fortuna en la Unión de emiratos abrahámicos del Golfo con la garantía financiera BRICS plus, y al mismo tiempo a sus súbditos aplaudir la política económica de Bruselas, Luxemburgo y Fráncfort del Meno. Chantaje de Centroeuropa al candado mediterráneo no por tratarse en nuestro caso del misterioso M. Rajoy que presumía de omisión del deber leyendo diarios deportivos, sino por entrar los PIGS en deuda crónica y en bancocracia tecnofeudal antes de la puesta en escena de la «enfermedad asintomática».

  Por Mariano R. sabemos que no hacer nada también es una opción del mal gobernante que tira de subidas y bajadas de IVA. Y que su partido, que es el mismo que el de la dedócrata superiora del primo ministro en la Comisión Europea, el European People’s Party, disfrutó y sigue disfrutando de lo lindo del desmantelamiento del sistema nacional de salud y del cerdito de las pensiones. Por lo que podemos intuir que cuando legislan un «canon de control de vertidos» como contraprestación de alguna ayuda desbloqueada por la bruja mala del oeste (sólo sabemos que el IV Reino es opaco), están garantizando la sostenibilidad medioambiental en su cabecita, que es la misma cabecita que ruega o dice rogar a Santa María últimamente Virgen y/o a la Virgen del Rocío y a la de la Cueva, por supuesto. Justo lo contrario que protestaba Lutero, que decía que el alma no aguarda aprisionada hasta el pago de un canon ni sale volando entonces. Tras catástrofes climáticas por vertidos de fluidos a cauces y parajes como Aznalcóllar, se deberían responsabilizar de la deuda odiosa que generan. O dicho de otro modo, la III República Española no paga la juega borbónica, esa es nuestra oferta.

  Esa cabecita de la que yo les hablo, la de la costilla de Heiko von der Leyen, es también la que nos dice ahora que la como mínimo negligencia que todo quisqui reconoce en el prójimo, es una demostración de que el cambio climático es real. Repetido en Luxemburgo por la flamante Presidenta del Banco Europeo de Inversiones de nacionalidad española (lo mejor de cada casa acaba en la UE, ¿o qué?), la sibilina Nadia Calviño. La clase sacerdotal que no había creído hasta ayer ni en el constante cambio climático (la tierra es redonda y orbita alrededor de una estrella, pero esa es otra película) ni en el pago de la deuda ecológica que demandaba Fidel Castro ante la ONU, descubre de repente la perseverancia del mismo a lo largo de las eras, causalmente a la vez que las infancias trans, cuando hacía cuatro días que, junto con la OMS, consideraba enfermedad sintomática e infecciosa a la homosexualidad y no admitía dudas al creacionismo. Si tiramos del hilo acabamos con Lactancio instalado en el terraplanismo, del que Jordi Évole es discípulo aventajado haciendo creer que la Tierra puede girar a la velocidad que se le antoje a la ciencia ante todo mesiánica.

  La caterva de depravados occidentales que dibuja en su feudo la misma «cultura europea» que en las antípodas así como los límites de la bioética, es la que pergeñó la Neue Normalität o Nueva Normalidad en la cuasipenínsula con prima de riesgo con respecto a Alemania en la que, «el Gobierno de la Gente» permite las manifestaciones tipo Núcleo Nacional, sin problema desde el envío de circulares a las Fiscalías de los Estados adheridos a la CECA con la irrupción de Heil der Leyen (en el territorio del carbón y el acero por antonomasia depende del Gobierno, lo sabemos bien) para interpretar el credo nazi como ideología legítima y como dios manda. Y el medio para alcanzar este objetivo es reírse de lo subnormales que somos los subeuropeos, ya fomentaron bajo arresto plandémico y aplausos que hoy no cuajan, las tradicionales consignas tipo «fuera sidosos de ¿nuestros? barrios». Asumiendo la neolengua neoliberal, un neonegacionista, dado que el negacionista genuino es el nazi que niega el Holocausto, es aquel que sabe lo que NO quiere (no quiere negros, no quiere moros, no quiere comunistas, no quiere mujeres feministas y sí sororidad transincluyente) pero no sabe lo que quiere, o lo reduce todo a la sacrosanta Unidad de lo que queda de la Ispanya fenicia. Los [neo]afirmacionistas de la corrupción estatal y de la Unión de Estados (nótese que el rey pilla inviolabilidad por partida doble), los que nos expresamos en castellano y no en español a la vez que hablamos en plata, por el contrario, sí sabemos lo que queremos: queremos justicia administrada en nombre del pueblo, entre otras demandas que se deberían concretar con libertad de pensamiento por un poder constituyente que represente verdaderamente al pueblo.

  Los que firmasteis el cheque en blanco «Son sólo quince días» no lo sabéis porque sois muy jóvenes, pero el año pasado hubo una «sequía» de sobredimensión bíblica y un «agravamiento de las condiciones del sector primario derivado del conflicto bélico en Ucrania» (sobre el que no nos preguntaron), de tal magnitud, que el ejecutivo tuvo que legislar por real decreto supuestos como que la Agencia Estatal de Meteorología nos alertara hoy siguiendo un mecanismo con avisos de colores que sabemos por la consellera de la Generalitat valenciana que a día 29-O era «todavía un borrador en el comité de protección civil». Diecinueve días antes, la Confederación Hidrográfica del Júcar tuvo asimismo que contratar un seguro de responsabilidad civil en caso de negligencia para sus funcionarios. Los agricultores de la zona clamaron sin éxito por las disfunciones (¿mano invisible del dios Mercado?) vistas en los radares meteorológicos los días previos. No previeron entonces desembalsar agua en las presas de Forata y Buseo que hoy están dañadas por duplicar su volumen en apenas 20 horas (el agua cae de arriba hacia abajo y no de lo que los medios insisten en denominar «zona cero» e «inundaciones» hacia arriba). Si tenéis niños y ojos en la cara, veréis que si no retiráis los coches de juguete de la bañera, se llena antes (principio de Arquímedes, contra el dogma -> negacionismo de sus bondades). Aún tienen la desfachatez de vendernos aquel real decreto-borrador, ordenado por el capital sionista, como prevención de riesgos laborales y «escudo» yeswecanista en episodios climáticos, cuando vemos con nuestros propios ojos que despiden indistintamente a inmigrantes y aborígenes por no llegar a tiempo al tajo al tener que acudir a pata.

  El que esté libre de «ser de riesgo» bajo las máximas Zero Covid y Fully vaccinated, que tire la primera piedra. Ponen en riesgo nuestra salud y nuestra economía los que tienen la certeza de que las «teorías negacionistas tienen coste en vidas» pero no concretan el número de víctimas cuando venden la seguridad climática digitalizada en Azerbaiyán, Georgia o Ucrania. A Presidencia, el choque de frentes azul y rojo coincidente con las elecciones estadounidenses, le pilló en las Indias Orientales; a Transición Justa (¿o debería decir transacción justa en su cabecita?) en Colombia, fueron los que transmitieron a las 20 horas del día D, 29-O, a la consellera cabeza de turco que, como no podían asegurar que no se rompieran (sic) los embalses y ocurriera un mal mayor, dios no lo quiera, incorporaron agua a los caudales del Júcar y el Turia notificándolo a toro pasado, que es cualquier toro que exceda de las 6 de la mañana, hora a la que madrugó Zeus para descargar su ira contra los que no reciclamos lo suficiente por ser pobres. Al igual que Fernando Simón y el CCAES que hoy vuelve a salir a la palestra, Mario Picazo y AEMET vaticinaron que serían, a lo sumo, unas gotas. Lo cierto es que los 30-40 L/m2 previstos en la zona cero de la gota fría que fue la sierra de Chiva (mal geolocalizada por Google Maps como «inundaciones del centro-este de España» en Paiporta y cotas anejas), se tradujeron en 400-600 L/m2. Una epopeya para quienes lo vivieron debajo de las mismas nubes. Ya sabemos por el primo ministro del primer soldado de España, que en este país la libertad es vacunar, vacunar y vacunar. Y que «la DANA de Valencia» o gota de Chiva, fue por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. «Está es la dramática realidad del cambio climático», Frau Brujen dixit. Y «This is the real Spain», predijo Ana Patricia Botín desde la Secretaría de Estado de la España Global inventada de la nada por el bipartito y lo que esconde, luego ministerio y hoy verdad absoluta o dogma.