
«Estamos sobrando del Euro […] O nos morimos como el enfermito que está agonizando y todos los días le ponen el suero y se va apagando como una mariposa, que es el camino a lo que vamos, o vamos a intentar a la mesa de operaciones». Julio Anguita, presentación Conversaciones sobre la III República, 2019
Como indican las directrices europeas y puesto que recibimos «ayudas» por el asuntillo de la covid que parábamos «unidos» para adelgazamiento del sistema sanitario —pelillos a la mar con la aparición en escena del imperialismo de Putin—, tenemos que estar asimismo «juntos» en el gasto puramente militar, camuflado regularmente como salto tecnológico e innovación, para reforzar la autonomía estratégica continuadora de la seguridad nacional basada en la máxima America First. Nada diferente a los «fondos europeos para la paz» de 2022, que por lo visto fueron escasos aunque también sabemos que gran parte acabó en maletas ucranianas y concesionarios alemanes que hoy se van con el dinero de los vehículos de alta gama a otra industria siderúrgica/metalúrgica. Actualmente los reclutadores de Zelenski con remesas marca ACME de la verde Europa, emulan a Wile E. Coyote dando caza al Road Runner o Correcaminos que es el pueblo ucraniano que se ha estado esnifando el guiñapo jefe del régimen de Kyiv.
Por mucho que quieran continuar la guerra los exsoviéticos —de los que no parece conocer «horrores» Pablo Iglesias Turrión como la contratación de los Yakovlev-42 por parte de Trillo, Acebes y Aznar—, no hay patriotas disponibles (al menos voluntarios) y ya se están viendo batallas de drones contra drones fabricados con materiales de mil y un países. Algunos de los materiales que le interesan a Trump y, causalmente, a BlackRock, están en Ucrania. Estado hoy incondicionalmente de los nuestros pese a no serlo, al que «la Unión» que sigue a USA por un despeñadero imponía «sanciones» al tiempo del Euromaidan, y a cuyos funcionarios de primer nivel como Yanukóvich congelaba activos. Exactamente igual que con Rusia y con el Estado sirio anterior al golpe relámpago del régimen de Idlib —al tiempo de retomar las riendas Trump, que hace las paces con Putin— para instaurar en la región una teocracia de verdaderos musulmanes por encima de la condición siria. Es decir, un mecanismo de extracción y tránsito de recursos que favorezca la intransigencia sunita (o azovita en Ucrania) al tiempo que los planes geoestratégicos (fundamentalmente energéticos) de quienes se han apresurado a dar la mano al títere sionista, Al-Julani (o Zelenski).
Entre los pocos que no han rendido pleitesía a los nuevos talibanes con traje (o camisa informal verde caqui de marca, como Zelenski), se encuentra el digno pueblo saharaui que contempla con disgusto cómo se extermina en Siria a la competencia religiosa (básicamente alauitas y cristianos) mientras se retorna a la civilización de la barba y el niqab (velo que cubre el rostro de la mujer a excepción de los ojos). Un buen marrón para las mujeres sirias que dejan bien lustrado corresponsales de origen cristiano y cultura europea como Al-Mudena Ariza. Tras el secuestro de rehenes del séptimo día del mes vendimiario del año 2023 por parte de Hamas en territorio palestino ocupado, organización armada que sube tan alto como le consiente Likud, todos hemos podido conocer de la aceleración en el exterminio y diáspora de semitas pobladores del Gran Israel anhelado por el negacionista del genocidio que comete, Benjamin Netanyahu. Gaza, donde exterminan a niños y adultos indistintamente, es uno de los siete frentes del mismo, abiertamente declarados, a saber: Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria, resistencia iraquí, régimen iraní y hutíes de Yemen. Básicamente el islam chiita, minoría aunque sean millones a la que el sionismo (no exclusivo de Israel ni de judíos) compara con víboras que se ocultan en la mala hierba que hay que segar periódicamente. Solución de «dos Estados» para algunos de los cómplices en el Holocausto principalmente, que no exclusivamente ni necesariamente, de árabes, cuya lengua genera tiña en los hebreos.
La instauración de este Estado Islámico por necesidad del Estado Anglicano, el Estado Judío, la Monarquía Católica, la Dinastía Wahabita…, sienta precedente para los gurús de la oposición iraní, a la que le sobra dinero, quizás de jeques de la teocracia catarí sede del mundial de fútbol que apartó a Rusia por la guerra en Ucrania, como para financiar elecciones europeas a Vox (Abascal se fotografiaba entonces en el Kurdistán sirio). Por su parte, la Unión de oligarcas europeos, además de lucrarse por el QatarGate y el PfizerGate que se contrapesan y anulan mutuamente en gran coalición, financia directamente, por aquello de la diversidad cultural amiga, a organizaciones vinculadas a los Hermanos Musulmanes, según condena ahora por rédito parlamentario el grupo político europeo en el que se integran precisamente parte de los escindidos del partido Se Acabó La Fiesta (al que se rifaron los lobbies bruselenses), escisión a su vez de la ultraderecha hegemónica en España que se dice sin disimulo heredera del franquismo y que nació de la financiación irregular sin que ninguna formación política ni ninguna asociación judicial hiciera nada por impedirlo. Al contrario, todas las facciones de la partidocracia se beneficiaron, a excepción de la franquicia naranja de la banca, la iglesia y el ejército, que dejó de ser regada con dinero del que Girauta sigue el rastro.
Si los ricos tienen más beneficios y se hacen más ricos, que es lo que está pasando con este indigno Gobierno que envió al repelente lameculos Albares a blanquear a los integristas ocupantes de Siria, es porque los pobres se hacen más pobres. Hay ricos porque hay pobres, y viceversa, hay pobres porque hay ricos. Si «nada se puede hacer contra el rico», como manifestó el sindicato de los obispos y los generales, nada se puede hacer por el pobre. Beneficencia y escudo social, eso sí. Maza social eran las indemnizaciones por no garantizar el derecho humano al trabajo en condiciones dignas en el hoy Estatuto del Empleador. El pluriempleo indefinido y discontinuo no es «avance», son los jornaleros de toda la vida. Cambian los tiempos pero la sociedad es la misma herramienta al servicio de la tecnología y de quienes la manejan. Para que la mafia que son los generadores de riqueza de la nada (banca, terratenientes y mandos de los macrocefálicos clero y ejército), no meta demasiado la mano en los negocios de las personas, se debe domiciliar una nómina o cargar con una hipoteca permanentemente revisable. Cobran por el servicio de dejarte tocar físicamente tu dinero aunque no así por pagar con microchip o hacer un Bizum.
Ante esta perspectiva, la consigna debiera ser la ruptura con una identidad estatal y una moral en declive. Boicot a mass media, sistema económico y político, hegemonía cultural y acceso institucional; neutralización de la propaganda con el dato mata relato (contra el dogmatismo, negacionismo de sus bondades y de su objetividad); consumo activo, la demanda debe generar la oferta y no al revés; insumisión económica y ciudadana, defensa del dinero físico (si no es posible abolirlo), apagar la tele y desoír cantos de sirena; y acción política no votando, si lo haces la oligarquía de partidos o plurimovimiento nazional seguirá interviniendo en los negocios del Estado, haciendo la política en cada momento previamente agendado. Por lo general no hacen otra cosa que persuadir. Tienen la certeza, por experiencia, de que el votante, del bipartito o multipartito en cualquier caso, terminará descreyendo lo que ven sus propios ojos por lo reconfortante de no saberse engañado. Al votante pueden hablarle en totales en lugar de porcentajes, promocionando los 7.291 muertos en las residencias de Madrid (PP) frente a los de Castilla-La Mancha (PSOE), similares en relación a la población (3,5 veces más habitantes la CAM).
En la práctica, la gente no sabe hacer una triste regla de tres, ahí está el «monstruo de la inflación», precios más altos y más beneficios para el empleador con el mismo salario, por el que se compite. Tampoco sabe de macrodatos y microdatos valiosos que el Gobierno del que filtra datos el Estado profundo (quizá con Pegasus, como con Catalunya y como contrata la teocracia marroquí a sus camaradas sionistas), malvende al sector privado al otorgar la gestión administrativa a la Apple que controla Bill Gates (PNV style, empezando por Euskadi). El ministerio de la Gobernación que dirige Grande-Marlaska oficializa, al anunciar que las empresas podrán solicitar datos a la Administración pública[-privada], que verdaderamente es el Estado (teórico representante de la nación) el que desconoce los datos que maneja el gestor privado. Véase la red energética de gestión y beneficios mayoritariamente particulares (al igual que otras redes y despliegues que el Estado ha puesto en modo liquidación), con un «cero energético» a nivel nacional y desconociendo públicamente la causa. Teniendo además que importar energía del exterior con presunta sobreinstalación y sobreproducción de renovables, otrora puntal de nuestra estrategia energética, hoy mirando de reojo la energía nuclear que no abandonan en el centro y el este de Europa.
Mientras instalaban placas solares y desarraigaban cultivos por orden del capital, no consideraban en la inflación excesiva y continuada la subida energética por estar «implementando la metodología». No querían el autoconsumo y sí impuesto al sol hasta tener el control de lo que en definitiva son necesidades básicas y elementos de vida. La deuda estatal se devalúa mientras no hay [oficialmente] hiperinflación, antes de subir los tipos de interés con el anuncio de la llegada repentina del «monstruo al que golpean» (culpa del chivo expiatorio que sea) hasta situar de nuevo la inflación en torno a un 1,5% (si dejan de chutarse dinero), y que el consumidor y trabajador no ve venir cuando renueva sus condiciones bancarias, que son las condiciones de vida bajo el patrón de Maastricht que nos aboca en el Mediterráneo a la deuda crónica y los rescates cíclicos. Buena parte de esa deuda la generan las eléctricas, rescatadas permanentemente por el pueblo. Sin duda unas condiciones muy favorables para los consejos de administración que va ocupando la casta política que pasa por el aro que lleva del Pacto de los botellines al casoplón con piscina y protección estatal. ¿Por qué el Estado y la Unión de Estados salen fiadores de la banca e incluso le idean negocios? ¿Tenemos una bancocracia? ¿Por qué no se enseña en los colegios que tenemos una bancocracia y la disfrutamos todos?
«La España republicana no paga la deuda […]». Julio Anguita, presentación Conversaciones sobre la III República, 2019