«¿Se escribe para el fuego?»
Vino un grupo numeroso, diez, resplandecientes y brillantes bajo el sol y entre el polvo amarillo, con el destello de sus armaduras recalentadas, sus caballos espumeantes y con la piel sudorosa, fundidos en el mismo estruendo de luz y ruido. Diez miembros de la policía de Herodes. Jokanaán los descubrió primero en los ojos de sus discípulos, porque les volvía la espalda. ¡Demasiado tarde! Nunca debió cometer el error…