La infinita reiteración por parte del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del juego del trile ante las narices de la ciudadanía, desde el recambio gubernamental de 2018 con barómetros (públicos) sobre intención de voto mensuales en lugar de trimestrales, aunque pudiera seguir siendo efectiva antes, durante1↓ y después de elecciones, ha empezado a levantar sospechas —al Hacedor gracias—. Rebasando los límites de la decencia ubicados en la capacidad comprensiva del público objetivo (o destino), nos informan acerca del violento momento atravesado por la camarilla monárquica, crítico para la resolución republicana, tanto la trampeada consulta sobre el desechado desde el primer momento gobierno de coalición, como la infumable justificación del presidente del centro público en un conocido magacín telecircense para eludir la toma de pulso sobre la forma política del estado, apelando a una de las doce posibles respuestas a una pregunta (la 20.a.) de un estudio de hace 25 años . Señales a sumar a la desprendida sugestión del voto para el bipartidismo por parte del dirigente del organismo dependiente del Ministerio de Presidencia, como hicieran recientemente diversos exministros y expresidentes ppsoítas.
La trampa habitual de presentar como excluyentes opciones que no lo son, p. ej. dentro de los denominados «principales problemas» las condiciones de acceso a la vivienda o al empleo sin correlación con la corrupción, se antoja cada vez más reconocible. Como ocurre con la representación política de una minoría de familias de la sociedad con independencia de que (determinados) partidos transnacionales controlen el gobierno estatal. O con la reputación de populares y psocialistas, liberal-conservadores (o democristianos) y liberal-progresistas (o socioliberales, la gradual capitulación de la socialdemocracia respecto al liberalismo es congénita y en el caso del PSOE ya no ha lugar), indisoluble de la materia de Estado cuando éste es colonizado por las facciones corruptas de los partidos.
Es por ello que los estudios de la manera de embaucar al personal concluyen seguir haciendo ruido con otras cuestiones como la provechosa (desde el punto de vista electoral) Catalunya, o el desarrollo de los acontecimientos concernientes a la exhumación de Franco en tres secuencias bipolares: vender un enfrentamiento cuando ya había consenso, prometer discreción para después dedicar un especial informativo y buscar víctimas que quisieran brindar tras la retransmisión de un sentido homenaje. Todo ello culminado con las sensaciones del nieto del dictador, invitado en la fecha y el canal progresista que hubieran debido corresponderse con víctimas franquistas. Una flagrante utilización electoralista de la osamenta del genocida (con cuyo traslado se respetaba su voluntad) en la línea buenista de la ejemplar transición, que, con el silencio cómplice de los partidos ahora convidados de piedra, conviene para afrentar a los menos y, a pesar de la ignominia generada, otorgar credibilidad al necesitado repunte en los penúltimos sondeos preelectorales de los sofocadores de conflictos centralistas al tiempo que enmascarados pirómanos de la necesidad federal.
Asunto, este último menester de hermanamiento, alejado del orden del día con la ratificación del encarcelamiento de los representantes catalanes, burdamente reforzada por fantaseos policíaco-judiciales sobre comités ciudadanos terroristas (procede recordar en este sentido la absolución de los cacareados maestros adoctrinadores en otro sonado momento). Ensordecedoras cuestiones cuyos efectos no podrán ser evaluados debidamente hasta la celebración de los comicios por ser las prisas malas consejeras y por la proximidad de la cita electoral estando «prohibida la publicación y difusión o reproducción de sondeos por cualquier medio de comunicación durante los cinco días anteriores al de la votación» según el artículo 69.7 de la LOREG , «norma obsoleta» que la ministra de la Presidencia, Carmen Calvo, avanzó que derogaría en caso de continuar en el ejecutivo, arrebatándonos en tal caso esta tregua para ninguneo social y quebranto de la escasa lucidez durante el período de campaña —que es casi siempre—. Aunque, la verdad, tampoco es que la funcionaria que anunciara moderación mediática para la mudanza del caudillo conserve demasiada credibilidad.
Síntoma de disgusto para el poder establecido son las gráficas y relatos diseñados consensuada y unánimemente por las cadenas públicas y privadas que excluyen a la tercera fuerza política estimada por el CIS, correspondiente con Unidas Podemos (UP), esa formación que inquieta a la columna diestra de Hércules y produce insomnio en la siniestra por empeñarse en dialogar y hacer política mal que bien. Quizás por ello opone su consigna (Un Gobierno Contigo) a los patrioteros eslóganes de PSOE (Ahora España), PP (¿Izquierda o Derecha? España), C’s (España en Marcha), Vox (España Siempre) o Más País, el partido-lema en sí mismo nacido fulgurantemente con apenas unas semanas a la vista para dotarse de financiación, elaborar sus propuestas de ámbito nacional y dinamitar la dirigencia del partido ecologista por excelencia para librar la batalla de las reivindicaciones sociales como el feminismo en las navas del ecocapitalismo genérico. El repentino acceso de responsabilidad —definido de este modo por los propios errejonistas— así como la gratuita disposición para la investidura de la lista más votada (y por coherencia de su gobernabilidad) no parece diferir de otras medidas barruntadas en el cuatripartito españolista. Por otra parte, no ofrecer resistencia al pretendido por el liberalismo estado mínimo, subsidiario del IBEX 35 , equivale a colaborar en la descentralización hacia competencias privadas de las políticas económicas, fiscales, sociales y culturales, mientras que demandar hacerlo hacia administraciones territoriales (que no sean extranjeras, por supuesto) es calificado abiertamente por el búnker político-periodístico de golpismo —y sentenciado, con suerte, por sedición.
La elaboración y publicación de los denominados «estudios sociológicos» sobre lo que preocupa a los abrumados ciudadanos (con apenas tiempo para adquirir conocimientos histórico-político-sociales fuera de los horarios de ingesta de la dieta doctrinal), en perfecta comunión con los diarios televisivos para conformar los medios de inoculación, terminan avasallando por fuerza la visión ciudadana —«lo que llaman opinión pública es una opinión mediática» indicaba José Luis Sampedro—. Es la pescadilla que se muerde la cola, la distracción que en los tiempos actuales sostiene las oligarquías tendentes a tiranías, aquella forma de gobierno que empezó a predominar en la época arcaica griega con la acuñación de estáteros y el pago a mercenarios. Para afrontar las «elecciones generales» que determinan de manera simplicista en nuestro país los poderes estatales, complementan al círculo vicioso el empoderamiento de la necedad y la creación de hinchadas demagógicas capitaneadas por académicos e intelectuales realistas de mala calaña, la fachosfera del ecofascismo que divulga que el medio ambiente es destruido por la sobrepoblación, y que la sobrepoblación son los inmigrantes (sirvan de mal ejemplo las matanzas de El Paso, Texas, y Christchurch, Nueva Zelanda). En la fallida democracia española, tanto en lo económico, transmutada en deudocracia, como en lo social, con el retorno del yugo —en este sentido Sampedro señalaba la eficacia de gobernar a base de miedo, amenazar con algo terrible para que la explotación resulte un alivio (constatamos ahora el juego con fuego ultraderechista a nivel global)—, únicamente cabe esperar que el pueblo tome conciencia de la farsa europea cuando las bolsas y los mercados que ordenan las decisiones políticas, extraños aunque se llamen Rato, Borrell o De Guindos, ahonden en la pérdida de derechos humanos relacionados con el trabajo, la vivienda o la igualdad. Quizás entonces el elector deje de votar a experimentados ladrones y empiece a mirar su entorno y a sus vecinos con otros ojos (tb. a los de los territorios periféricos, a los de Latinoamérica y a los del resto de PIGS). Quizás entonces sienta curiosidad por ser ciudadano. Quizás entonces deje de vivir por debajo de sus posibilidades.
1↑ No existe control sobre INDRA, empresa que gestiona los datos y que admitió no poder justificar pagos que acabaron en la caja B del Partido Popular (adjudicaciones subcontratadas e infladas con servicios que no llegaron a prestarse sobre un bruto millonario en diferentes licitaciones como detalla la UCO en el Caso Lezo que investiga la financiación ilegal del partido presidido por Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, que mediante la publicidad institucional de las diferentes Consejerías habría destinado dinero público para maquillar la imagen corporativa del partido al tiempo que rentabilizado la inversión de empresas mediáticas en las campañas electorales). No se puede cotejar el recuento con los datos introducidos y, sorpredentemente en el siglo XXI, no se ofrecen públicamente los subtotales de cada una de las mesas donde puede haber constatación de las cifras por parte de los apoderados. Llama asimismo la atención la reciente noticia de que el ministerio de Interior exige declaración jurada para no airear contrariedades en la gestión administrativa de las votaciones.